Como no uso redes sociales para consumir contenido, mi forma de descubrir cosas nuevas para leer es esencialmente la heurística que todos teníamos en los 90s: si algo aparece en todos lados, y/o es recomendado por gente que aprecio, entra en mi TBR¹.

Esto es lo que sucedió con Mariana Enriquez. El primero en hablarme de ella fue Nico Saraintaris, y a partir de ahí, empezó a aparecer en muchos lugares. Vi una entrevista en Gelatina que disfruté mucho y también mi hermano Manuel me dijo que le gustaba mucho. Así que cumplió con los dos criterios para meterse en el TBR2024 (que por como viene la cosa va a quedar inconcluso jeje).

Como a pesar de querer destrozar al capitalismo, disfruto de convertir a Octubre en un mes del terror, compré Las cosas que perdimos en el fuego como lectura de Halloween.

Es lo primero que leo de ella, había considerado empezar por alguna novela pero no quería comprometerme a tanto de entrada así que preferí empezar por uno de sus libros de cuentos para tener una idea más global y poder leer cosas en forma más atómica.

Tiene cuentos muy buenos -El patio del vecino, Bajo el agua negra, Las cosas que perdimos en el fuego- y cuentos cuyas ideas globales me resultaron poco interesantes. Ahora, aún los cuentos cuya idea global o finales no me llamaron tanto la atención, fueron un placer de leer; estaban muy bien escritos y sólo la prosa te llevaba de un momento al otro sin desconectarte. Me encanta esa sensación.

Esta sensación de page-turner me generó aún más ganas de leer las novelas, se me hace que esa habilidad puede ser aprovechada mucho más en una novela que en cuentos cortos, porque, para mí, las novelas son más acerca del trayecto que del final.

En resumen, creo que Las cosas que perdimos en el fuego es un libro que vale la pena leer, así sea sólo por cómo está escrito. Me gustó mucho y me generó ganas de seguir leyendo a Mariana Enriquez.